jueves, 24 de septiembre de 2009

¿Por qué andamos sobre dos patas?

Reconstrucción de Selam


La teoría clásica sobre el origen de la locomoción bípeda postula que algunos antepasados del hombre la adquirieron en un breve espacio de tiempo para adaptarse a un ambiente de sabana.

Selam, una pequeña niña africana de 3 años, ha hecho que los paleontólogos se replanteen bastantes cosas. Este fósil de Australopithecus afarensis, encontrado en Etiopía, al que se le calcula una edad de 3,3 millones de años, es extraordinario porque conserva muchos huesos que no se habían hallado en otros individuos (como la famosa Lucy, hallada a sólo 4 km de distancia). Mientras que de otros ejemplares de australopitecos se han encontrado sobre todo huesos de las piernas y la cadera, que mostraban adaptaciones inequívocas para la locomoción bípeda, de Selam se han conservado el cráneo casi completo, la parte superior del tronco, un trozo de hueso del brazo, algunos dedos de la mano y parte del pie y de las piernas.

Los huesos de pies y piernas confirman que Selam caminaba erguida, pero la información aportada por los huesos de la parte superior del cuerpo sugiere que no había abandonado del todo los árboles. Seguramente jugaba con deleite trepando y recogía alimentos de ellos. Los dedos de sus manos eran largos y curvos, adaptados para agarrarse a las ramas. Los canales semicirculares de su oído interno, que sirven para mantener el equilibrio, se parecen a los de gorilas y chimpancés, y sugieren que no se desplazaba erguida tan ágil y rápidamente como los humanos actuales. Su escápula (hueso del hombro) tiene la fosa donde se inserta el hueso del brazo mirando parcialmente hacia arriba, como en los gorilas (en los humanos apunta hacia el lado). Esto indicaría que aún estaba bien adaptada para colgarse de las ramas con los brazos.

El hábitat en que vivía Selam refuerza la hipótesis de que aún tenía hábitos en parte arborícolas, pues no era una sabana, sino una zona húmeda, con bosques, herbazales y cursos de agua. Esto podría apoyar en parte la teoría del "simio acuático". Si los antecesores de los humanos pasaban parte de su tiempo en el agua, se podría haber facilitado la adquisición de la postura bípeda, que adoptan muchos simios cuando tienen que cruzar masas de agua. Algunos de nuestros rasgos, como el control preciso de la respiración, la desnudez, el porcentaje de grasa corporal, las lágrimas y el sudor, podrían haberse desarrollado más rápidamente en este escenario. Un libro antiguo, pero interesante porque es muy ingenioso y entretenido, en favor de esta teoría, es Eva al desnudo, de Elaine Morgan. De todos modos, parece que la locomoción bípeda fue anterior a la escasez del arbolado y que no se adquirió en poco tiempo, sino a lo largo de un dilatado periodo.

Esto mismo es lo que sugiere la observación reciente de que los orangutanes adoptan a veces una locomoción bípeda cuando se mueven sobre ramas delgadas. Se ponen de pie y caminan sobre sus piernas, ayudándose de sus brazos para balancearse y mantener el equilibrio. También se mantienen erguidos sobre ramas que se doblan y usan las piernas para impulsarse y saltar de un árbol a otro. La locomoción bípeda no es pues un rasgo que separe absolutamente a los simios de los humanos. Los científicos sugieren que, en algún momento hace entre 24 y 5 millones de años, cambió el clima en África oriental y central y las tupidas selvas se hicieron más ralas. Los animales que pudieran desplazarse con más facilidad por el suelo sobrevivirían mejor. Los simios que hubieran desarrollado alguna forma de locomoción bípeda en los árboles se encontrarían en ventaja.

Oreopithecus es otro fósil extraño que sugiere que la locomoción bípeda no fue un rasgo exclusivo de los antecesores inmediatos del hombre. Este simio vivió hace unos 8 millones de años, al parecer en zonas pantanosas. Presenta muchos signos de adaptación al desplazamiento suspensorio (usando los brazos para colgarse de las ramas), pero también a la locomoción bípeda, como una curvatura lumbar. La morfología de su oído interno presenta similitudes tanto con la de los grandes simios como con la de los humanos. Las características más curiosas las presenta el pie, con una disposición de dedos parecida a la de las aves. Quizá Oreopithecus desarrolló un modo de locomoción bípeda independiente del de los homínidos.

La teoría de un cambio gradual en el modo de locomoción está avalada por el gran número de estructuras corporales que han de modificarse para caminar erguidos. El orificio por el que la médula espinal sale del cráneo (el foramen magnum) se tiene que situar casi en la base de éste. La columna vertebral ha tenido que curvarse y las vértebras se han hecho más circulares para soportar mejor el peso de la parte superior del cuerpo. La pelvis se ha tenido que ensanchar y los huesos ilíacos han tenido que girar hacia el interior. El canal del parto se ha hecho, debido a ello, largo y sinuoso. Los miembros inferiores se han robustecido, el fémur se inclina hacia adentro y la articulación de la rodilla se puede mover en más direcciones. Los pies se han alargado, sobre todo el talón, se han reducido los dedos y el pulgar del pie ha dejado de ser oponible, para facilitar el equilibrio y el impulso al andar y correr.

El bipedalismo nos ha causado muchísimos problemas: nos ha hecho más débiles y lentos, en particular para escapar de los depredadores; crea grandes tensiones en el esqueleto y sobre todo en la columna vertebral (la debilidad de la espalda nos causa grandes dolores); los cambios en la forma de la pelvis hacen que el parto sea más difícil y peligroso; las crías humanas son muy vulnerables hasta que aprenden a andar bien; la articulación de la rodilla es muy frágil y los individuos que no pudieran usar una de las piernas estarían desvalidos.

Pero a pesar de todo, la locomoción bípeda terminó imponiéndose. Veamos ahora las ventajas que nos aportó. En condiciones muy calurosas, se expone así menos superficie corporal a la radiación solar y se puede disipar más rápidamente el calor del organismo. También se puede otear mejor el horizonte. Nos deja las manos libres para portear y manipular objetos durante el movimiento. Pero la ventaja inicial, la que impulsó su desarrollo, es su mayor eficiencia energética, sobre todo si la comparamos con la torpe marcha a cuatro patas sobre los nudillos de gorilas y chimpancés. La postura erguida nos permite andar y correr grandes distancias sin fatigarnos demasiado. Así pudimos llegar antes que otros animales a los cadáveres, que detectábamos al divisar a las aves carroñeras, y pudimos perseguir a los grandes herbívoros hasta extenuarlos. Un reciente experimento refuerza la hipótesis de que el bipedismo se adoptó para ahorrar energía en los desplazamientos. Chimpancés y humanos han sido puestos sobre una cinta andadora y sometidos a diferentes velocidades. El andar a 4 patas de los chimpancés es 4 veces más costoso en gasto de oxígeno que la locomoción bípeda humana. Cuando los chimpancés andan a dos patas, también son más ineficientes que los humanos, pero lo más interesante del estudio es que se ha visto que hay mucha diferencia de unos chimpancés a otros en el gasto en función de la postura que adopta cada chimpancé, de la longitud de sus patas, etc. Esto sugiere que, entre los antepasados del hombre, también habría bastante variación individual. Los individuos que se movieran ahorrando algo de energía con respecto a los demás gozarían sin duda de ventajas adaptativas.

La postura erguida es la fuente de muchas de las maldiciones humanas, pero también fue el gran motor de nuestra evolución: nos proporcionó acceso a alimentos ricos en energía que impulsaron el desarrollo del cerebro y nos permitió manipular más fácilmente los objetos y desarrollar nuestra tecnología. Nos separamos de los otros grandes simios cuando nuestra locomoción bípeda se hizo realmente eficaz.

5 comentarios:

  1. no me ha servido de nada

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  2. no me sirvio para nada me quede en las mismas

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  3. esto es una mierda no me a servido para nada

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  4. Pues la verdad es que a mí sí!

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  5. Gracias por aportar los datos q hablan d la eficiencia energetica de la locomocion bipeda

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